Contaminación y Comercio en Venezuela
La contaminación de suelos por disposición inadecuada de desechos orgánicos, derrames accidentales de sustancias y productos, proviene de diversas actividades industriales. Esto trae como consecuencia una afectación de las propiedades físico, químico y biológico de un suelo que alteran su condición natural y por ende el ecosistema. Son muchas las soluciones ambientales que existen para recuperar el suelo afectado por la contaminación de compuestos orgánicos, lo cual depende de las características propias del recurso suelo, magnitud de la contaminación, tipo de contaminante entre otros.
Venezuela pese a los innumerables dotes naturales no ha podido alcanzar el anhelado desarrollo, tampoco el bienestar de todos sus habitantes, en parte porque sus acciones y prácticas económicas no se han fundamentado en el desarrollo sustentable, su comercio exterior se limita a la exportación de materias primas básicas sin mucho valor agregado cuya explotación intensiva incrementa la vulnerabilidad ecológica irreversible.
El
bienestar de una población no solo se mide por la cantidad de bienes y
servicios alcanzados sino por otros aspectos de calidad de vida (disponibilidad
de agua y aire no contaminado, paisajes, esparcimiento, y menores índices y
riesgos de contraer enfermedades por contaminación ambiental).
Pasar
de una economía protegida a la apertura de mercados, aún sin el crecimiento
económico, con solo la extracción de recursos naturales a gran escala para la
exportación conllevaría impactos ambientales; puesto que el libre comercio
tiende a especializar y reorganizar la estructura productiva de acuerdo con las
ventajas comparativas, basadas en la explotación de recursos de mayor
abundancia de la nación que internalizan costos ambientales elevados; entonces
es así como hay un riesgo detrás de la competitividad comercial del deterioro
de recursos naturales. Desde luego, también es importante advertir que,
en los regímenes comerciales cerrados o proteccionistas igualmente se generan
impactos negativos al ambiente, por ejemplo, los países con pocas ventajas
comparativas en cuanto a condiciones agroecológicas para producir ciertos
bienes agropecuarios estimulan el uso indiscriminado de fertilizantes y
agroquímicos, en lugar de importar productos elaborados en otros lugares en
condiciones más favorables.
Efectos
negativos del comercio internacional sobre el ambiente
Tenemos
el aumento del tráfico transfronterizo de materiales y productos potencialmente
dañinos al ambiente, y la migración de industrias contaminantes, dado que la
integración económica no sólo es el intenso flujo de bienes y servicios sino de
flujo de capitales, que aumenta la probabilidad de desplazamiento de las
industriales hacia países menos fiscalizados y regulados ambientalmente:
paraísos de contaminación, tal es el caso de los derrames causados en las
costas venezolanas por los buques trasnacionales que con frecuencia violan los
convenios y medidas en relación a la limpieza, deslastramiento y prevención de
accidentes.
Desde
el ángulo de los aperturistas al comercio exterior, los impactos negativos
al ambiente imputados a una política de apertura comercial, son en realidad una
consecuencia de falta de política nacional de ambiente (regulaciones y otras
medidas) por lo que en la apertura comercial no deben imponerse solo
regulaciones al intercambio comercial por razones ambientales, sino también
asegurarse de la vigencia y cumplimiento de la política ambiental interna, pues
las regulaciones ambientales domésticas son más eficientes en la protección
ambiental que las restricciones impuestas a productos provenientes de otros
países con estándares ambientales más relajados; sin embargo hace falta ambas
(política ambiental interna y políticas ambientales-comerciales) pues los daños
ambientales se generan y son percibidos por el país importador y el
exportador.
Algunos
acuerdos ambientales
El
regionalismo presenta diferencias en su estructura y alcances, pues muchos de
los acuerdos incorporan nuevos temas y lejos de referirse solo a aspectos
comerciales incorporan medidas sanitarias y ambientales. Uno de estos casos
donde participa Venezuela se dio en la Ronda de Uruguay del Acuerdo
General de Tarifas y Comercio. El GATT es una de las iniciativas más
importantes de régimen de comercio a favor de la liberalización de los
intercambios internacionales y de eliminación de restricciones al libre
comercio, creado en 1948, con miembros de la mayoría de países no comunistas y
tiene como principio básico la no discriminación en el comercio internacional,
donde solo se permite anteponer objetivos de salud pública, seguridad o
conservación de recursos naturales cuando se pueda comprobar que no sean
pretexto para limitar la competencia extranjera, y donde dichas medidas sean
aplicadas tanto al productos de consumo nacional como a los de importación.
En un
encuentro entre Venezuela y Colombia, en Cartagena en noviembre de 2004 se
firmó una Declaración Conjunta que recoge el resultado de las reuniones de
trabajo sostenidas en torno a cuatro grandes áreas de interés bilateral: Salud
y Educación; Infraestructura e Integración Energética; Comercio y Agricultura;
Medio Ambiente y Desarrollo Endógeno. La nueva agenda bilateral denota el
compromiso de ambos gobiernos con el desarrollo y la justicia social, en el
plano nacional y regional.
Asimismo,
en una reunión intergubernamental, a la que asistieron países con
importantes extensiones de bosques (Brasil, Panamá, Chile, Colombia, Nicaragua,
Uruguay, Estados Unidos, Cuba, El Salvador, Paraguay y Venezuela), se buscó la
manera de detener la reducción de bosques, acentuada en las zonas tropicales,
se discutió sobre la necesidad de elaborar una nueva Convención sobre los
Bosques que permita preservar estas áreas y establecer su valor económico real,
de especial importancia para los países pobres. Pues el valor económico de los
bosques está subestimado, con un cobro inferior de impuestos y de derechos de
canon, lo cual favorece los abusos en la explotación forestal, así como el
desarrollo de actividades ilegales.
Impacto de la industria petrolera
El
violento desarrollo de la explotación petrolera, se refleja en Venezuela con
gran impacto ecológico afectando en todos los aspectos a la sociedad. En este
sentido el problema no solo reside en el uso de la naturaleza para asegurar el
desarrollo, sino también en el destino y uso que se le ha dado a la riqueza
proveniente de dicha explotación.
A
inicios de la era de la explotación petrolera el principal impacto lo recibe el
Lago de Maracaibo, ubicado al occidente de Venezuela; sobre éste se ubicaron
numerosas torres de perforación y extracción de petróleo, causando contaminación
de sus aguas producto de los derrames y desechos de la industria y de los
numerosos asentamientos deformadas por la miseria alrededor del mismo, dada la
demanda de mano de obra. Estas industrias petroleras solo se movían por
el afán de lucro y por el poder incontrolado que tenían las transnacionales de
la época, sin considerar las lesiones que causaban.
Por
otra parte la agricultura de los sitios vecinos al asentamiento industrial fue
devastada dado el requerimiento de fuerza de trabajo que atraía a los
modestamente asalariados campesinos de la Venezuela semi-feudal. También el
paisaje rural sufrió enormes cambios a parte de la dispersión del hábitat
rural, lo cual no llegó a las zonas montañosas de los Andes venezolanos.
No
fue sino hasta la década de los años 70 con la nacionalización del petróleo,
cuando cesaron en buena parte los abusos cometidos contra el ambiente. Pues los
gobiernos de las décadas anteriores (la dictadura de Gómez, Pérez Jiménez, y
los gobiernos de Medina, entre otros) daban amplias facultades a las industrias
transnacionales para explotar petróleo sin ninguna limitación, sobre la falsa y
equivocada idea de que Venezuela tenía recursos renovables en abundancia
(agua, aire, suelo, petróleo). A partir de la nacionalización del
petróleo todas las empresas filiales de Petróleos de Venezuela han dotado
a sus estructuras de políticas e instrumentos para la protección del ambiente,
tanto en el ejercicio industrial y marítimo como de prevención y control de contaminación.
Otro
efecto de la industria petrolera venezolana en el ambiente, se da en la
política oficial de precios de derivados del petróleo en el mercado interno; el
gobierno siempre preocupado por garantizar la oferta de energía barata ha
favorecido indiscriminadamente la expansión de vehículos automotores a gasolina
en detrimento de otras alternativas de transporte menos contaminantes; el
parque automotor ha crecido exacerbadamente, (cantidad, tamaños y costos),
demandando a su vez inversiones crecientes en redes viales.
Según
una investigación realizada por especialistas en gestión de recursos naturales
y medio ambiente, se determinan los niveles de dióxido de carbono (CO2)
inyectados a la atmósfera desde Mérida (ciudad de moderado tamaño), a propósito
de la gran cantidad de vehículos que circulan a diario en ésta; los resultados
son alarmantes pues los niveles de CO2 y monóxido de carbono fueron muy
elevados: 650 ton / día de CO2 generado por los 43.000 vehículos con un consumo
de 250 mil lts. de combustible (gasolina) por día (2,6 Kg. de CO2 por litro de
gasolina), además se determinó que el 85% de los gases contaminantes provienen
de los vehículos dado que la ciudad tiene pocas industrias (Díaz, 2005).
Fue
solo hasta hace poco que Venezuela comenzó a consumir gasolina sin plomo (menos
contaminante) en el mercado interno pese a que mucho antes se producía y
exportaba este tipo de gasolina, incluso el aditivo para su fabricación, como
exigencia del mercado internacionales; y solo a partir de agosto del 2005 se
eliminó totalmente la gasolina con plomo del mercado interno.
Finalmente,
pese a la importancia de la expansión económica, los efectos diferenciales de
comercio y bienestar demuestran que el incremento del comercio internacional y
la mejora de los indicadores económicos no necesariamente implica una mayor
calidad de vida, porque la clave para ésta última está en el desarrollo
sustentable. Aún cuando el comercio se expande en el mundo la brecha
entre pobres y ricos es más notoria, de allí que el comercio internacional no
necesariamente es bueno o malo para la calidad de vida y la salud del planeta,
sino que apunta en dos dimensiones. La primera al uso más eficiente de los
recursos para crear riquezas y satisfacer necesidades humanas, protegiendo a la
vez el medio ambiente; y la segunda al aumento de las presiones relacionadas
con el comercio que contribuyen notoriamente al agotamiento de los recursos
naturales y a la degradación ecológica.
El
reto consiste en manejar los procesos de liberalización comercial y
mundialización promoviendo la sustentabilidad ecológica y el desarrollo humano
equitativo, dado que mientras más integradas sean las políticas mundiales
(ecológicas, comerciales y otras) tanto más sostenible será el crecimiento
económico, y tanto más positiva será la contribución hecha por la globalización
al medio ambiente.
La
conciencia ecológica ciudadana y una mayor educación es esencial en el objetivo
de lograr el bienestar social y ambiental. De esta manera en la medida en que
los niveles de bienestar alcancen a todas las personas, éstas no sólo superarán
las condiciones de pobreza que enfrentan en la actualidad, sino también tendrán
nuevas oportunidades de desarrollar su talento y capacidades; y podrán, a su
vez, contribuir a mejorar el mundo en que vivimos en el largo plazo, como un
circulo virtuoso. Además el bienestar como el bien de mayor circulación en el
mundo, como una globalización constructiva, será la mejor garantía de paz y
estabilidad en la comunidad mundial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario